Microeconomía
La microeconomía es una parte de la economía que estudia el comportamiento económico de agentes económicos individuales,
como son losconsumidores,
las empresas, los trabajadores y los inversores; así
como de los mercados. Considera las decisiones que toma cada uno
para cumplir ciertos objetivos propios. Los elementos básicos en los que se
centra el análisis microeconómico son los bienes, los precios, los mercados y los agentes económicos. La gran mayoría de
los modelos que se exponen en el presente artículo tienen como base la
existencia de un marco económico y social de economía descentralizada, en el
que existe propiedad privada.
La microeconomía tiene varias ramas de desarrollo de las cuales
las más importantes son: la teoría del consumidor,
la de la demanda, la del productor, la del equilibrio general,
y la de los mercados de activos financieros. No pueden considerarse enteramente
separadas porque los resultados de unos aspectos influyen sobre los otros. Por
ejemplo, las empresas no sólo ofertan bienes y servicios, sino que también
demandan bienes y servicios para poder producir los suyos. La Microeconomía
propone modelos matemáticos que desarrollan los supuestos sobre el
comportamiento de los agentes económicos, las conclusiones a la que se llegue
usando esos modelos sólo será válida, en tanto en cuanto, se cumplan los
supuestos, cosa que no ocurre siempre, especialmente si se trata de supuestos
muy fuertes o restrictivos.
Una de las incorporaciones más importantes al estudio de la
microeconomía es la llamada teoría de juegos.
La teoría de juegos es una teoría matemática que estudia el comportamiento de
varios agentes cuando las decisiones tomadas por cada uno influyen en qué
medida cada uno logra los objetivos que desea. Se usa, por ejemplo, en la
teoría de la producción industrial, para estudiar los casos de oligopolio y de competencia imperfecta.
La teoría del consumidor
La teoría del consumidor
parte de las preferencias de un individuo y tiene como objeto determinar qué
elección realizará un consumidor entre los bienes que tiene disponible y dentro
de los que puede adquirir con los recursos que dispone. En lo que sigue y, a
menos que luego se diga lo contrario, todo lo dicho se referirá a la teoría del
consumidor a la teoría neoclásica habitual.
Las preferencias del
consumidor
Los consumidores tienen preferencias sobre los bienes y servicios,
esto es, dadas dos colecciones de bienes, también llamadas cestas de bienes (en
las que, de cada tipo de bien puede haber cero, uno u otra cantidad de bienes,
incluso una cantidad no entera), un consumidor preferirá a una sobre la otra
(también puede ser indiferente entre ellas), si le dieran a escoger entre
ambas. Por ejemplo, si le dieran a escoger entre una cesta de bienes y otra,
que fuera igual a la anterior oferta, pero se le hubiera añadido algún bien más
que le gustara al consumidor, o si hubiera más cantidad de alguno de los bienes
que lleva la primera, generalmente preferiría, la segunda cesta.
Se supone entonces, que para la mayoría de los consumidores habrá
unas preferencias que podrían manifestar para cualquier conjunto de cestas que
se les presentara. Cada consumidor tendría sus preferencias y no tendrían por
qué coincidir con las de otro, aunque pueden. Sin embargo, se espera que para
la mayoría de los consumidores esas preferencias sí que tengan unas propiedades
comunes. Algunas de esas propiedades serían:
§ Completitud: el
consumidor podría clasificar todo los tipos de cestas, es decir todos los
conjuntos de indiferencia no tienen fisuras.
§ Universalidad: Dado
cualquier par de cestas imaginable en una economía, un consumidor siempre
podría decir si prefiere una cesta a otra. Nótese que es posible también que no
pueda considerar a una cesta realmente mejor que la otra, pero se espera que
pueda decir que una cesta es al menos tan buena como la otra. Es decir, no se
necesitará que la preferencia sea siempre estricta, sino que dadas cualquiera
dos cestas, el consumidor pueda siempre decir, o bien que lo mismo le da la una
que la otra, o que considera una de las dos mejor que la otra.
§ Transitividad:
Generalmente, si un consumidor prefiere la cesta A a la cesta B, y la cesta B a
la C, también debería preferir la cesta A a la C.
§ Monotonicidad: Si una
cesta A tiene los mismos bienes que otra cesta B, y alguno más, o bien mayor
cantidad de alguno de ellos, entonces A se prefiere o se considera al menos tan
buena como B
§ Convexidad: Se
espera, aunque este supuesto es algo restrictivo, que dadas dos cestas A y B de
bienes, se prefiera a ambas una cesta C que fuera una combinación convexa de
ambas. Es decir, una cesta que se compusiera en un porcentaje de las cantidades
de cada uno de los bienes presentes en A y en el resto del porcentaje (hasta
completar el 100%) de las cantidades de los bienes de B. Este supuesto está
relacionado con el principio de utilidad marginal
decreciente.
La restricción
presupuestaria
Teniendo en cuenta que los
bienes tienen precios, y considerando estos datos, está claro que un consumidor
no puede conseguir trivialmente la cesta que prefiera de entre todas las
posibles. Si tenemos en cuenta además de los precios de los bienes la renta disponible
del consumidor, tenemos lo que se llama la restricción presupuestaria. Ésta es la que nos indica qué cestas de bienes
son las que el consumidor puede elegir y conseguir, teniendo en cuenta el
dinero de que dispone y los precios del mercado. La misión del consumidor será
entonces conseguir de entre todas esas cestas aquella que él prefiera a todas
las demás (o alguna de las cestas que él considere que son al menos tan buenas
como todas las demás). Encontrar esto es lo que se llama maximización del
consumidor. Generalmente, es habitual que la cesta elegida del consumidor se encuentre
en la frontera de la restricción presupuestaria, es decir, que sea una cesta
cuyo valor (multiplicando los precios de los bienes por las cantidades de estos
en la cesta) sea exactamente igual a la renta disponible del consumidor. Por
tanto, el consumidor siempre elegirá la cesta que le proporcione la máxima
utilidad, la que le produzca el mayor bienestar.
La función de utilidad
Una forma de representar las
preferencias, cuando estas tienen las propiedades adecuadas, es mediante lo que
se llama una función de utilidad. En este caso, las canastas
de bienes se pueden representar también como vectores numéricos, en que cada
componente del vector nos dice qué cantidad de cada bien hay en esa cesta.
Introduciendo dos vectores de bienes en una misma función de utilidad y viendo
qué números nos devuelve esta, es posible ver si una canasta es preferida a la
otra o considerada como igual a la otra desde el punto de vista del consumidor.
Entonces, el problema del consumidor podría considerarse como el problema
matemático de maximizar una función matemática (a menudo de varias variables),
que sería la función de utilidad, dentro del conjunto representado
matemáticamente por todas las canastas de bienes (vectores) que
cumplieran la restricción presupuestaria, esto es, que su valor (resultado de
multiplicar el vector de bienes de la canasta por el vector de los precios
correspondientes) fuera igual o menor que el valor de la renta disponible.
Nótese que la función de utilidad se
considera una función monótona creciente de los bienes, pero que su valor es
puramente ordinal, esto es, sirve para ordenar canastas , pero
no para decir cuanto es mejor una canasta que otra, esto es, no es una función
cardinal. De hecho, pueden usarse distintas funciones de utilidad para
representar unas mismas preferencias, y al resolver el problema de maximización
todas darían el mismo resultado.
Las curvas de indiferencia
Otra cuestión de importancia en el
estudio de la teoría del consumidor son las llamadas "curvas de indiferencia". Una curva de
indiferencia representaría a todas las cestas que para una función de utilidad
dada tienen el mismo valor.
Las curvas de indiferencia son el
conjunto de puntos de combinaciones de bienes para los que la satisfacción del
consumidor es idéntica, es decir que para todos los puntos pertenecientes a una
misma curva, el consumidor no tiene preferencia por la combinación representada
por uno sobre la combinación representada por otro. La satisfacción del
consumidor se caracteriza mediante la función de utilidad en la que las
variables son las cantidades de cada bien representadas por el valor sobre cada
eje.
La principal utilización de las curvas
de indiferencia es encontrar los puntos de maximización de la utilidad al
superponerlas con las restricciones presupuestarias del consumidor, que define
los puntos al alcance de cada individuo dependiendo de su disponibilidad en
unidades monetarias.
Por otro lado la relación marginal de sustitución nos
informa de cuanto es capaz de intercambiar un consumidor de un bien por otro de
manera que su utilidad se mantenga igual.
Los tipos de bienes
Se puede estudiar cómo cambian las
soluciones al problema del consumidor cuando
cambian los parámetros de la función de utilidad o bien cambian los precios o
la renta disponible del consumidor. Por ejemplo, si cambia el precio de uno de
los bienes, el cambio en la pendiente de la restricción presupuestaria llevará
a cambiar de cesta de bienes escogida, en la que el bien cuyo precio ha
cambiado, también cambiará en cantidad (y posiblemente las de otros de los
bienes también cambien). Según el efecto que se produzca, se puede clasificar a
los bienes. Así, normalmente los bienes disminuyen en cantidad demandada cuando
aumenta su precio, aunque existen excepciones a esto, en las que aumentan
(llamados bienes giffen). Lo que hace que un bien
cambie es la suma de dos efectos, el efecto renta y el efecto sustitución.
El efecto renta es el derivado del
hecho de que al aumentar un precio, en cierto modo es como si se perdiera
renta, mientras que el efecto sustitución está relacionado con como el
consumidor puede tender a sustituir el consumo de un bien por el de otro. Si
aumenta el precio del bien, el efecto renta tenderá a hacer que disminuya su
consumo, pero el efecto substitución puede afectarle de dos maneras.
Normalmente tenderá a hacer que también disminuya, porque el consumidor también
vaya a consumir otro tipo de bienes que su precio no haya cambiado, pero en
otras ocasiones podría ser que hiciera que aumentara, Nombrando lo anterior en
términos marshalianos, podemos decir que se sustituye el valor de la mercancía
sucedida por dinero equivalente, logrando así, que el consumidor tenga el mismo
nivel de satisfacción con una curva diferente. En este último caso tendríamos
lo que se llama un bien inferior (uno cuyo efecto sustitución tiende a aumentar
el consumo cuando el precio sube). Si, en cambio, el efecto de sustitución
fuera del mismo signo que el efecto renta, estaríamos ante un bien normal. Pero
es la suma de los dos efectos lo que produciría el efecto total. En el caso de
los bienes normales, el efecto renta hará que su consumo disminuya al aumentar
el precio, y también ocurrirá así con los bienes inferiores, excepto cuando, en
el caso de algunos de estos últimos, el efecto sustitución llegara a ser más
fuerte que el del efecto renta, y por tanto tendríamos un bien giffen. Cuando
aumenta la renta y los precios permanecen constantes, los bienes normales
tienden a aumentar en consumo mientras que disminuye el de los bienes
inferiores.
Nótese que hemos mencionado que cuando
sube el precio bajará el consumo de un bien, el análisis es completamente
simétrico cuando baje el precio, es decir, aumentará el consumo con las
particularidades ya dichas en los párrafos anteriores. Se ha de saber también
que el consumo, por supuesto, también variará con la renta disponible,
aumentando o disminuyendo conforme lo haga esta, hasta qué se alcance para los
bienes lo que se llama punto de saciedad, que sería el máximo
posible para la función de utilidad, un punto más allá del cual al consumidor
ya no le interesaría tener más de ninguno de los bienes.
Otra forma en que se relacionan los
bienes unos con otros es como complementarios o como sustitutivos. Los
complementarios tienden a compartir el mismo destino cuando sube o baja el
precio de uno de ellos, mientras que es al contrario en el caso de los
sustitutivos.
También es posible considerar algunos
bienes como males, cuyo consumo produce desutilidad o utilidad
negativa. Los males serían aquellos de los cuales al consumidor, al contrario
que los otros, estaría interesado en tener lo menos posible. Por ejemplo, en
ciertos análisis microeconómicos se puede presentar el salario como un bien y
el trabajo como un mal y tener que estudiar la decisión de optimizar el tiempo
teniendo en cuenta la restricción, es decir, más horas de trabajo (mal)
producen más salario (bien) y el límite, restricción presupuestaria, es el
tiempo disponible por un trabajador hipotético.
La curva de demanda
La teoría de la demanda
puede derivarse de la del consumidor, esto es, agregando las demandas
individuales de un bien y viendo cuanto sería el total demandado para cada
precio por cada consumidor. Esto nos llevaría a la curva de demanda total del
bien, que generalmente se representa como una curva descendente, debido a que
en el eje de ordenadas se representa el precio, y en el de abscisas la cantidad
de bien demandada. Significa que cuanto menor es el precio, mayor es la
cantidad demandada.
La teoría del productor
En microeconomía, la
producción es simplemente la conversión de factores productivos en productos y
una empresa es cualquier organización que se dedica a la planificación,
coordinación y supervisión de
la producción. La empresa es el agente de decisión que elige entre las
combinaciones factores-producto de que dispone, aquella que maximiza su
beneficio. El problema comparte similitudes, con el del consumidor. En el caso
del consumidor, la microeconomía lo reduce a menudo a la cuestión de maximizar
una función de utilidad con una restricción presupuestaria. En el caso de la
producción, se trata de maximizar la función de beneficios teniendo en cuenta
restricciones tecnológicas (suponiendo, en principio, que los precios están
dados, supuesto este muy fuerte que posteriormente se relaja).
La función de producción
Se empieza considerando, por razones de
simplificación, que se produce un sólo bien (o servicio) por una empresa y que para producirlo
es necesario una serie de elementos denominados factores de producción (también pueden ser
denominados insumos o inputs). El bien o servicio producido recibe el nombre de
output. La función que relacionaría las cantidades de la cantidad de factores
productivos utilizados con el output obtenido recibe el nombre de función
de producción. Los inputs utilizados serían las materias primas,
productos intermedios (comprados a otra empresa u obtenidos en otro proceso de
producción de la misma empresa), el trabajo humano usado, los suministros de
energía, agua y
similares, el coste de reponer el capital utilizado, maquinaria, herramientas),
ya que sufre desgaste por el uso en el proceso de fabricación. Una
simplificación frecuente es reducir a dos los factores: capital y trabajo. Trabajo representaría el trabajo
humano, capital el resto.
Las funciones de producción también
pueden tener una serie de propiedades que conviene destacar. Una de ellas es la
de lo que se llaman Economías de escala.
Economía de
escala
se entiende por economía de
escala las ventajas en términos de costes que una empresa obtiene
gracias a la expansión. Existen factores que hacen que el coste medio de un productor
por unidad caigan a medida que la escala de la producción aumenta. El concepto
de "economías de escala" sirve para el largo plazo y hace referencia
a las reducciones en el coste unitario a medida que el tamaño de una
instalación y los niveles de utilización de inputs aumentan. Frente
al concepto anterior, las deseconomías de escala son lo contrario.
La fuentes habituales de economías de
escala son el inventario (compra a gran escala de materiales a través de
contratos a largo plazo), de gestión (aumentando la especialización de los
gestores), financiera (obteniendo costes de interés menores en la financiación
de los bancos), márketing y tecnológicas (beneficiándose de los rendimientos de escala en la función de
producción). Cada uno de estos factores reduce el coste medio a largo plazo de
la producción al desplazar la curva de coste medio a corto plazo abajo
y hacia la derecha. Las economías de escala también se derivan, parcialmente,
del proceso de learning by doing.
El concepto de economías de escala es
útil a la hora de explicar fenómenos del mundo real como los patrones de
comercio internacional, el número de empresas en un mercado, y cómo las
empresas se vuelven "too big to fail".
Las economías de escala también juegan un importante rol en el "monopolio
natural".
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